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domingo, 10 de agosto de 2014

Peppermint Frappé (Carlos Saura, 1967)



Muchas veces he pensado que, para este blog, podría mandar todo el resto de películas bien lejos y quedarme sólo con lo hecho por Carlos Saura, quien desde "La Caza" hasta los 80 parece marcado por la infabilidad. "Peppermint Frappé", la siguiente película a "La Caza", tiene parte de los elementos canónicos de estas películas: fotografía (magnífica) de Luis Cuadrado, visión algo más intelectual de los viejos temas hispanos, José Luis López Vázquez, Alfredo Mayo. La religión, la provincia, la intelectualidad. Y Saura obsesionado por unos cuantos directores de cine cuyo rastro se ve en varias de sus películas  y en todo el metraje de ésta: Bergman, Hitchcock y Buñuel, a quien se la dedica.

El protagonista de la historia es el olor a rancio: es Cuenca, y es López Vázquez, un radiólogo de Cuenca que va a visitar a un viejo amigo (Alfredo Mayo) y lo encuentra prometido a una mujer moderna (Geraldine Chaplin) que, al verla, identifica con una mujer que tocaba los tambores en Semana Santa en Calanda. Al momento se obsesiona, comienza una vida casi conjunta con ella y su amigo, llevándola arriba y abajo por la ciudad en su descapotable y por lugares que fueron importantes para él, y finalmente se la intenta llevar al huerto sin mucho éxito. Como no puede, va directo a por su ayudante en la consulta, a sus ojos practicamente idéntica (en la película también interpreta Geraldine Chaplin), y a quien finalmente decide hacer igual a la mujer de su amigo. Mientras tanto podemos ver flashbacks que muestran la psique del protagonista, y retazos de sus obsesiones con los recortes en revistas femeninas.

López Vázquez ha hecho una buena barbaridad de papeles de todo tipo, desde el español medio y gris hasta el de psicópata, pero me va a resultar difícil ver una película donde resulte tan inquietante como en esta. Con una conexión temática a medio camino entre las películas desarrollistas (el landismo) y entre el cine europeo y norteamericano, resulta ser una persona sexualmente reprimida, frustrada, y con unas obsesiones fetichistas que harían perder el sueño a Freud. Saura adopta el punto de vista del narrador poco fiable y todas las imágenes deben de ser interpretadas según las obsesiones de Rodrigo. Un Rodrigo que, al contrario que en el cine desarrollista, se obsesiona por la sueca pero la sueca no le hace el menor caso, ante lo que se obsesiona con otra chica y se convence que es casi igual que la extranjera.

Hay muchos parecidos formales y de fondo con la posterior La Prima Angélica, como es narrar la historia desde el punto de vista de la mente enferma del protagonista, de tal forma que el propio Saura es un narrador no fiable. Se suele mencionar el simbolismo con el franquismo, de la España inmovilista contra la España del progreso, pero si se quisiera hacer una lectura política sería haciendo general la personalidad del protagonista, confundido entre su educación castrante y sus fantasías sexuales. Lo más interesante lo veo en cómo se va acercando al terreno del surrealismo, hasta el punto que no se sabe cuánto de lo que cuenta, respecto a lo que sucedió "en realidad", es parte de sus deseos (especialmente la recta final), aunque con lo que se queda uno es con el divertido subtexto sacrílego que tienen varias de sus escenas, el aún más divertido contexto freudiano (cuando no directamente fálico) y a una Geraldine Chaplin que aquí sí estaba radiante.

Me recuerda a las provincias de antes, de pantalones de pana, matanzas del cerdo, olor a hojas podridas y cosas oxidadas y a medio derruir. Saura consigue hacer el paralelismo entre eso y la mente de un personaje. Qué tarde he descubierto lo bueno que eras, Carlos Saura.




sábado, 24 de noviembre de 2012

Furtivos (José Luis Borau, 1975)

En mi imaginación siempre he confundido esta película con "La Caza", de tal forma que ambas tramas se cruzaban y me imaginaba que en realidad existía una película que trataba de ambas cosas: varios cazadores en busca de conejos que se encuentran con una relación madre-hijo bastante malsana. Una vez vista, la confusión es totalmente justificada: hay muchísimos puntos en común entre ambas películas, aunque si bien la de Saura iba más hacia el simbolismo sobre los temas de la Guerra Civil y las dos Españas en la Castilla más árida, Borau y Gutiérrez Aragón hablan de la chunguez del mundo rural, ese mundo que rodea a los bosques. Pero con la misma cantidad de violencia, eso sí, y la misma progresión hacia la tragedia indefinida. Y esta vez, con culos y tetas.

El drama trata de un cazador furtivo que vive con su madre en una casa/hospicio perdida de la mano de Dios, en medio de un bosque con arroyos, ciervos, cepos, alambradas, lobos y perros salvajes y demás elementos del campo. En una visita a la ciudad conoce a una mujer que se le insinua de la forma más zorril, haciendo que éste se la lleve a casa y que aparte el lugar de su madre, quien no se toma demasiado bien esta intrusión. Y luego suceden más cosas que dan varios giros al drama antes de llegar a la inevitable catarsis violenta.
Sí, Lola Gaos. Sin duda es una película que gira alrededor de ella. Creo que no ha habido ninguna actriz que caracterizase mejor la tipa de pueblo cabrona (en "Mi querida señorita" su personaje no era muy distinto), y aquí mata perros a hachazos con toda naturalidad, destilando odio, formando un personaje muy verídico y muy complicado. Ovidi Montllor pone cara de palurdo, Borau hace de Gobernador que por un lado persigue la caza furtiva - conociendo que madre e hijo son cazadores furtivos pero pasándolo por alto, aunque ellos tienen que hacer el paripé - y por otro se pasa a comer siempre los guisos de la madre con sus amigos, guisos que vienen de la caza furtiva, por supuesto. Dejando "una miseria" a cambio.

El elemento que separa de forma más clara a "Furtivos" del resto de películas de las que se ha hablado aquí es el sexo. Sexo rural, sexo no bienvenido, sexo pecaminoso antes del matrimonio, sexo chungo en definitiva. Pero en espíritu es una vuelta a los mismos temas que se trataban en "La Caza" (con la que comparte un actor, Luis Merlo): las celebraciones sociales como algo forzosamente feliz que en realidad causa malestar, los sentimientos no expresados que desembocan en violencia, la falta de empatía y de entendimiento que sólo se puede resolver a hostias y escopetazos. De hecho aquí también se caza mucho, donde el papel de los conejos lo desempeñan los ciervos, con la misma cara de víctimas inocentes y seguramente el mismo papel metafórico.

Y no sería mucho más que esto si no contara esta historia bastante sencilla con la sequedad con la que lo hace, estampándote en la cara todos los elementos de un tardofranquismo enfermo, que dependía de una moral católica hipócrita donde el sentimiento de culpa sirve como excusa para perdonar cualquier falta o pecado, donde dentro de los muros de las casas pasaban cosas que no se contaban, que no se pensaban, que podían imaginarse pero luego se santiguaban evitando esos pensamientos pecaminosos.

 La comida y el alcohol también forman parte de la sagrada trinidad de la chunguez. Platos de cuchara, pan compartido y pellizcado y una botella de la que la madre bebe a morro mientras ofrece vasos y adorna los guisos conel mismo contenido. Pero no se le echa la culpa exactamente a eso, o "Furtivos" no va exactamente de esto... el contraste entre las escenas de ciudad y las de la casa sí que muestran lo que critica, que es un mundo rural que se ha dejado asilvestrar, donde se sabe que se cometen tropelías pero se permite. Los personajes se odian entre sí, se odian a muerte, pero lo dejan estar. Y mientras lo pagan con los mamíferos, claro.

 Recomendable entonces. Es una pena, por otro lado, que sea la única película por la que se recuerda al recién fallecido José Luis Borau, aunque el carácter de este hombre y lo loco de alguna de sus empresas casi lo justifique... en fin, que vuelvo a actualizar, que estoy en UK, y que me va de culo por ahora.

martes, 25 de septiembre de 2012

La Caza (Carlos Saura, 1965)


Para empezar con Carlos Saura ésta es la película indicada. Su primer éxito masivo, su primera colaboración con Querejeta (otro señor crucial en el cine progre... dejémonos de cinismos: en el cine español), y su primer ataque sin compasión de simbolismos, soliloquios, voces en off y cinematografía de quitar el hipo. La historia está requetesabida: tres amigos y el sobrino de uno de ellos se van a cazar conejos en un coto en mitad de la nada donde ellos tres guerrearon hace tiempo, en un día caluroso y con un sol implacable, y a medida que pasa el día las tensiones entre ellos se elevan hasta un predecible final.

Leer sobre "La Caza" se convierte en una clase de primero de simbolismo. Las dos Españas, los bandos irreconciliables, la violencia intrínseca al carácter español, la sequedad de Castilla (dicen que es en Pirineos, pero todo huele a castellano) que es la sequedad de los diálogos. El odio, la enfermedad. Sí, Carlos Saura, como parece ser su costumbre al comienzo de su filmografía, bombardea a base de imágenes metafóricas, muchas de ellas obvias, con una intención que quizás sea de que el espectador medio se sienta orgulloso al ser capaz de descifrar los mensajes. Pero no hace falta tener el simbolómetro en pleno funcionamiento para disfrutarla; de hecho, algo en lo que voy a insistir en varias entradas, es mejor verla con la contextualización mínima: cine de los 60 que retrata la gente y sociedad de entonces. Los símbolos son totalmente accesorios. Lo primordial es lo que cuenta: tres amigos, y cómo un día de vacaciones se convierte en un infierno. Como un slasher sin psicópata asesino, como un dramón teatral en escenarios abiertos, como una película de desmadres pero con personajes puramente castellanos.


Dentro de esa historia que enseña las cartas del pathos desde los primeros minutos, personajes que se odian, calor abrasador, alcohol, animalitos cruelmente tratados y música marcial, hay una serie de elementos que sí me llaman la atención. El primero es el tema recurrente, permanente, de que cualquier acontecimiento social o festivo durante los sesenta era un sufrimiento: entre las fiestas mod de "Días de viejo color", la discoteca de "Playtime", el guateque de "El guateque" y el día de caza de ésta uno se pregunta si todas las convenciones sociales eran igual de infernales. ¿Desde cuando algo tan austeniano como son las reuniones en casas, los bailes y las excursiones se convirtieron en algo que se hacía a la fuerza, con asco, con odio? Por supuesto en "La Caza" exageran profundamente este elemento: casi se expone, desde el comienzo, que los personajes van a cazarse unos a otros y no a cazar conejos. Casi se expone la historia como una cuenta atrás antes de que se empiecen a pegar tiros unos contra otros. ¿Drama a lo Peckinpah? Pues quizás, porque hay otra cosa que me intriga mucho: el tono, el género. Narrativamente es un drama, casi un teatro existencialista, pero el escenario convierte todo en un western, o más aún: un personaje es aficionado a la ciencia ficción, y el paralelismo entre un escenario postapocalíptico lleno de zombis o extraterrestres que acosan por las colinas y lo que sufren a gotas de sudor estos personajes es demasiado obvio como para pasarlo por alto.


Lo que es una maravilla es la progresión trágica, lo que convierte en inevitables los hechos, lo que hace que los cuatro del principio sean los mismos que los cuatro del final, pero estos últimos afectados por la insolación, el alcohol y su mezquindad (tema este tan común que estoy por añadir un tag para cada película que lo trate), la similitud entre la violencia contra los animales - hurones encerrados con cascabeles, conejos enfermos y tiroteados, perros tratados con autoridad seca, insectos pisoteados - y la que se ejercen entre sí, primero con palabras, luego cada vez de forma más abierta. Ese desprecio hacia el campo, hacia la comida, hacia los demás, hacia ellos mismos. Ese asco puro, junto con el calor, y esa sensación de que el tomillo los va a enloquecer a todos.

  
 Algo separa a "La Caza" del resto de películas o escenarios similares - y de paso lo emparenta con el gótico americano, sobre todo el que retrata Stephen King, perdón por el atrevimiento -, que es lo mucho que implica al espectador, contando los pensamientos en off y sacando todo el partido a la luz, a los entornos y a unos actores estupendos - dominados por Alfredo Mayo -, haciéndole partícipe de la violencia y del calor, haciendo que empatice con ese dolor de cabeza, el estómago revuelto de la mala siesta, la resaca.  Es sin duda una película estupenda, por ahora la mejor que he visto de Carlos Saura, y claramente una de las que abrió ciertos temas en la cinematografía española. Por cierto, leo que Peckinpah confesó que fue una película que le impactó muchísimo para todo su cine posterior, y confirmo que esa influencia se nota. Y para terminar y por añadir el toque frívolo, atención con Emilio Gutierrez Caba de joven y esos minishorts tan cortos que ni las asistentes a un FIB se atreverían a llevar.

jueves, 20 de septiembre de 2012

La Prima Angélica (Carlos Saura, 1974)


Menuda película que elegí para volver a tomar el contacto con Saura. La Prima Angélica es cine progre en... bueno, es la definición de cine progre, de cine para intelectuales de izquierdas, de los que miran la película con el dedo en la mejilla analizando los simbolismos. Pero es que esta película es todo eso, sin complejos, y llevado con una efectividad pasmante: es todo símbolos, todo intelectualidad, y como manda el tópico, con visión crítica del bando ganador de la Guerra Civil y sobre el estamento religioso (hay una larguísima tradición crítica con la Iglesia tanto en cine como en literatura de la que disfruto muchísimo al encontrarme un nuevo ejemplo).

Ésta es una de las colaboraciones que tuvieron Saura y Rafael Azcona, y una de las tres películas donde López Vázquez parecía decir "yo también hago cine serio". La cosa trata de casi un plagio de Fresas Salvajes, la de Bergman. Vamos, lo digo porque sin haber visto la de Bergman pensaba "coño, si esto es el argumento de Fresas Salvajes ¿no?". Los parecidos van más allá: Luis (López Vázquez) regresa a Segovia, pueblo donde pasó un verano con su prima Angélica y su familia. La familia eran una panda de cretinos y además, del bando que se sublevó, y Luis recuerda su paso ese verano con López Vázquez interpretándole también de niño. En este momento, al cuarto de hora de la película, no pude sino cruzar los dedos para enterarme de todas las triquiñuelas narrativas (flashbacks que ocurren en cualquier momento, narración no lineal) y admirar a López Vázquez por los fregaos en los que se llegó a meter en los 70 y de los que salía siempre airoso. Hace de adulto, de niño, registra todas las emociones posibles, y no cae en ridículo en ningún momento.


Pero el que realmente se mete en un fregao importante y sale airoso, hasta cierto punto, es Saura. A veces es exageradamente explícito con sus referencias - hay una escena donde Luis adulto explica a la hija de la prima Angélica (que se llama también Angélica, con toda la confusión previsible que provoca en Luis) en qué consiste lo de la magdalena de Proust, por si alguien no lo había pillado ya - pero en general es una maravilla cómo retrata todo lo que quiere retratar: Luisito indeciso de si compartir la alegría o no cuando "el movimiento salvador" gana en Segovia - sus padres eran republicanos -, el terror del niño cuando se da cuenta de que les está cayendo una bomba encima, las conversaciones culturales donde el marido de Angélica - un cuñadísimo español - desprecia la cultura y la historia tranquilamente, o esa escena pesadillesca con una monja (Julieta Serrano!) que, bueno, grita ¡metáfora!


Pero además del simbolismo, se nota que es una película muy personal, muy de hablar de Saura (¿y de Azcona?), quien parece parte de las conversaciones, parte de los flashbacks, y quien está claramente resentido con esas familias que la pagan con un niño, a todas horas, simplemente por las convicciones políticas de sus padres - y por otras razones de amor despechado que se dejan caer. En general, el resentimiento: resentimiento con unos padres que dejaban al niño con el enemigo, resentimiento con sus tíos y su abuela por su absoluta mezquindad, resentimiento y frustración con Angélica por ese trato tan condescendiente con el que le machaca, resentimiento con los resentidos por él por razones de las que no tenía la culpa. Contínuamente se pregunta ¿por qué tanta mezquindad?



Y entre hachazo y hachazo a las instituciones religiosas, la estructura de la película es fascinante como poco. Habla de la fragilidad de los recuerdos, y de hecho deja claro que los recuerdos que comenta no tienen por qué ser verídicos. Hay una parte donde los recuerdos se confunden con el presente, y no se sabe hasta qué punto es idealización o narración verídica, pero esta narración a varios niveles funciona perfectamente: a Luis le abren las cortinas y le da la luz en la cara al mismo tiempo que le inundan los recuerdos, Luis y Angélica no pueden escapar de Segovia al igual que no puede escapar de los recuerdos y ella de su marido. El final casi cobra una estructura circular: Luis, azotado, Angélica, severamente peinada, el pelo llevado por los caminos rectos, alejados de las ideas rebeldes y seguramente pecadoras de Luis, al que se acosa de niño para conseguir acusarle de todas las perversiones posibles.

En un primer visionado me pareció una película bastante pedante y algo fallida. Ahora me parece fascinante: todo lo que cuenta parece verdad (me creo la mezquindad, me creo el papel asfixiante y cretino del catolicismo), todos los actores son estupendos, todo está narrado y rodado con cuidado e inspiración. Pero lo que más me ha impactado es lo que rodeó a la película, la cual tuvo polémica antes de estrenarse por su contenido ideológico (sobre todo por el personaje del tío, un falangista absolutamente malvado): proyecciones interrumpidas por grupos falangistas que tiraban bombas fétidas (¡metáfora!), robo de la película en el cine Amaya, una bomba en el cine Balmes que quemó el cine y parte de la fachada (todo esto leído en internet en un artículo breve de Carmina Gustrán Loscos, Universidad de Zaragoza, accesible aquí , y ya aprenderé a hacer notas a pie en un futuro), y un auténtico éxito de taquilla. A mí eso me parece fascinante ¡hordas de espectadores intelectuales que van a descifrar el cine de Saura! ¡Cafés llenos de fumadores de pipa que analizan cada símbolo! Eso parece casi una ucronía ¿cine abiertamente intelectual y político que quieren ver, que desean ver, la mayoría de espectadores nacionales? Si se estrenase una película así ahora mismo estaría todo el grupo de la caverna poniéndola a parir, hablando de las subvenciones, criticando cualquier aspecto artístico, y por supuesto hablando de plagio de Bergman (quien, visto lo visto, es otro progre, aunque mejor no lo digamos muy alto), mientras que el resto estarían en sus comentarios de menéame hablando de que el cine español es una mierda y no merece ni una descarga por el torrent. Así que recomiendo esta película, aunque sea, como símbolo de un tipo de cine que creo que no vamos a volver a ver nunca.