viernes, 12 de octubre de 2012

De Cuerpo Presente (Antonio Eceiza, 1967)


 Antes que nada ¡perdón, lectores, por haberos dejado tantos días sin actualizar! Desconecté las neuronas intelectuales y estuve haciendo cosas tan prosaicas como jugar al Deus Ex Human Revolution, ver series como Eureka, o beber hasta perder la conciencia con festivales de electrónica o sin ellos. Pero he vuelto, con más ganas aún de escarbar en lo más oscuro de la filmografía de España. Y qué mejor día que el 12 de Octubre. Así que empecemos con una mezcla entre la intelectualidad de Querejeta con el surrealismo de Gonzalo Suárez, las ideas de Francisco Regueiro y el vasco marxista y posteriormente exiliado Antonio Eceiza/Antxon Ezeiza. Y un reparto en el que sólo falta López Vázquez: Carlos Larrañaga, Alfredo Landa (haciendo de matón mafioso!), Tip, Coll, Lina Canalejas, Agustín González...

La película es casi indescriptible, pero esto es en gran parte por el origen de la historia: Gonzalo Suárez, novelista, al menos en sus comienzos, era un tipo bien raro que le daba al surrealismo con humor muy al estilo de Boris Vian (o eso pone en la Wikipedia que decía Cortázar de él), y sin duda "De Cuerpo Presente" tiene mucho de las novelas de Vian. La forma en la que Eceiza, Regueiro y Querejeta han adaptado la historia lo ignoro, pero el resultado es algo así como una mezcla de Fata Morgana y Agárralo Como Puedas, con Larrañaga haciendo de Leslie Nielsen. ¿Cómo se come eso? La carencia de una narración lineal o normal es algo que ya se supone viendo todos los nombres implicados: Nelson (Larrañaga) aparece envenenado por Barlow (José María Prada) y casi le entierran vivo, pero escapa del ataud, vestido en pijama, huyendo de esos mafiosos. Como al huir acaba entrando en habitaciones de mujeres, acaba buscado por la justicia como "El Sátiro Del Pijama", mientras aterriza de dormitorio en dormitorio buscando un traje. Finalmente se encuentra en medio de... finalmente no tiene ningún sentido, ni falta que le hace.


 Porque "De cuerpo presente" tiene, a pesar de todo, cierta estructura y cierto fin visible: parodiar todo el bombardeo de (sub)cultura norteamericana. Todos los diálogos consisten en frases hechas de novelas populares o películas, todas las reacciones son reacciones imposibles en un mundo normal pero con lógica dentro de esos géneros populares (enamoramientos repentinos, persecuciones hitchcockianas...), y hay parodias bastante claras tanto de la televisión como del género gangsteril o del western (esto último, lo que me ha parecido más divertido).
 Sin embargo, no hay otra forma de ver la película que entrar con toda complicidad en ella. La línea que separa lo brillante de lo aleatorio y caprichoso es muy fina, y de hecho se pisa cada terreno de forma intermitente. Es probable que ahora que estamos más acostumbrados a la exégesis de lo pop, al surrealismo, o más bien dadaísmo del humor que va más allá del Monty Python ( Pioneros del Siglo XXI y parecidos) y que, en general, nos resulte tan divertido ver tantísimo talento dedicado a la gansada intelectual, la película resulte mucho mejor recibida que como fue entonces. O no tanto entonces, que el problema de Eceiza es que estuvo décadas sin trabajar, sin nadie que recuperase su obra, como ocurre con la gran mayoría del cine progre. Vale la pena aportar toda la complicidad posible, aunque sea por esa escena tan brillante donde parodia todos los tópicos del western norteamericano respetable (parodia nada menos que ¡"Pasión de los Fuertes"!).

 ¿Elementos de cine progre y de cine político? Los hay, los hay. Por supuesto, como en toda película de finales de los 60, hay una fiesta mod de un grupo medio brillante medio insoportable que es bailado de forma epiléptica. Pero también hay críticas políticas y sociales, más o menos soterradas: periodistas que desprecian la palabra, a la que acusan de ser falsa, y alaban la imagen, la obsesión por el apocalipsis vendida como espectáculo, y cuarto y mitad de represión sexual en la España aperturista. Obviamente esto pasó la censura porque si a estos ya se le escapaban las metáforas de Saura, estas que eran mucho más soterradas directamente ni las entendían.



Finalmente no sé si recomendarla, de lo rara que es. Yo he soltado sonoras carcajadas en muchos momentos, ya que hay escenas que de puro surrealismo acaban formando un slapstick fabuloso, y ciertamente la parodia de lo pop me llega, pero son cosas que llegan en pequeñas dosis entre episodios bastante caprichosos. Y lo que siempre me preguntaré es cómo hicieron el guión ellos tres, sabiendo que hoy en día Regueiro no guarda muy buenas opiniones de Querejeta

1 comentario:

  1. La vi en un ciclo dedicado a Querejeta hace muchos años y la odié bastante, Alfredo Landa también la odiaba.

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