(Este cartel de "La Cabina" es en realidad el cartel de un festival de cortometrajes que diseñó con su talento habitual Mireia Pérez
, que está fusilado en varios blogs como supuesto cartel del corto. En
serio, con gente con este talento a uno le dan ganas de coger postura
fetal y dejar el mundo en manos más capaces).
Antonio Mercero, por lo poco que he podido ver suyo, es un tipo con un talento visual impresionante y que cuando era bueno, era muy muy bueno, el mejor. Es una gozada coger cualquier vídeo donde habla él y escuchar su falta de modestia y a la vez orgullo por su abundante trabajo. Que es un tipo que hizo Turno de Oficio y Verano Azul, series que siguen aguantando bastante bien (aunque creo que más por lo bien que retratan la época donde fueron rodadas que por su calidad intrínseca). Que Verano Azul lo vieron en todos los balcanes y lo sienten como algo propio. Que hizo una película con un niño con alas ¡un niño con alas!. Y aquí se montó un mediometraje de terror con la colaboración de José Luis Garci (cuando le gustaba el fantástico) y el protagonismo absoluto de López Vázquez.
El argumento es mínimo y conocido: un día cualquiera se instala una nueva cabina de teléfonos en una plaza, y un hombre, después de acompañar a su hijo a la ruta del colegio, se queda encerrado en ella. Los intentos de varios espontáneos para sacarlo de allí y el comportamiento vergonzoso del resto de la gente, que aprovecha para reirse de él, se suceden hasta que un camión se lo lleva hacia el final que no por conocido lo voy a desvelar. Que por algo es parte de la gracia. Pero a ver cómo hablo de esto sin desvelar demasiado.
La cantidad de influencias cinematográficas abruman en la media hora que dura La Cabina. Un argumento kafkiano, casi expresionista, contado de la forma más parecida a Jacques Tati, donde los diálogos se quedan en segundo plano, donde casi todo es observación de personajes secundarios. En esa primera mitad es cuando más critica el carácter mezquino del español de la calle (oh la mezquindad, ese tema que parece tan común en los setenta), y no se libran ni las señoras, ni los niños, ni los mecánicos ni las fuerzas del orden. Parece todo una versión oscura de un capítulo de Verano Azul, donde la espontaneidad es negativa, donde nadie se ayuda y se critica al que va a ayudar. Por supuesto, toda esta parte ha dado lugar a multitud de interpretaciones, pero creo que la más clara es la que habla del carácter pueblerino: una vez López Vázquez ha sido estigmatizado no hay forma de salvarlo. Por mucho que él no haya hecho nada, no se va a solucionar su condición de paria. Aunque nadie sea capaz de sacarlo, le tratan como tonto por haberse quedado encerrado, como si fuera su culpa.
Pero es la parte final del corto la que le da la fama, cuando unos desconocidos recuperan la cabina, con López Vázquez en ella, sin que a nadie le extrañe, sin que la policía lo detenga, viendo cómo se ha convertido en un hazmerreír (por cierto, con una escena tan parecida a las procesiones religiosas que me extraña que nadie alzara una ceja). Y a partir de ahí, todo: un silencio absoluto, pues al protagonista se le ha quitado la voz al entrar en la cabina, y la observación de una ciudad deshumanizada, donde nadie le ayuda. Otros momentos de observación del carácter español, como cuando ve cómo un personaje logra salir de la cabina y él aporrea de rabia, y un final que va acercándose cada vez más a lo surrealista, a lo terrorífico, a lo jafkiano, con un entierro en una nave, unos enanos de circo, y finalmente la fábrica a donde le envían.
Es una auténtica joya. La ausencia de explicaciones consigue que todo sea aún más terrorífico, los mensajes críticos se suceden, la imaginería es prodigiosa. Aquí están Mercero y Garci inspirados como nunca, y López Vázquez a su nivel habitual. Este mediometraje, cuando se mostró por TVE, supuso un golpe al espectador parecido al de Ghostwatch: consiguió crear terror a las cabinas de teléfono, y a partir de entonces todos, absolutamente todos, ponían el pie para evitar que la puerta se cerrase del todo. Premios internacionales a Mercero, a la película y a López Vázquez, impacto internacional, y tantísimas referencias posteriores en el cine de terror y fantástico (hasta en Cabin in the Woods me pareció ver una) que marea pensar en lo crucial de este mediometraje en la historia del cine. Y que es español, coño, que es español ¡que tenemos una obra maestra del terror del tío de Verano Azul y que no la hemos visto todos!
Lástima que el resto de cine de Mercero sea tan difícil de conseguir.
Una maravilla La Cabina. Y sí, creó ese terror a las cabinas, todo el mundo que lo vio en la tele, lo dice...
ResponderEliminarUn saludo.
P.D: Mola el blog.
Quisiera conseguir el libro de La cabina del cortometraje.
ResponderEliminar